Farnham's Freehold

Sensaciones extrañas

Farnham's Freehold no es una novela de Heinlein satisfactoria. Quizás por ello no debería haberla elegido como segunda novela a comentar en un sitio dedicado a este autor. Sin embargo, dos sensaciones en mi mente respecto a esta obra me causaban cierta inquietud y el objetivo de escribir este artículo me proporcionaba la excusa perfecta para revisarla y tratar de entender esas sensaciones.

La primera de ellas era el recuerdo de haber encontrado en la novela cosas «muy raras», impropias del estilo Heinlein. Y lo segundo era la sensación de extrañeza que me producía saber de la existencia de críticas por parte de autores afroamericanos hacia la novela, cuando yo recordaba haber leído una novela claramente antirracista y sumamente crítica con la esclavitud. Algo no encajaba.

Me puse como objetivo, por tanto, leer de nuevo la novela, así como buscar las críticas hacia ella para tratar de entender todo esto. Antes de nada consulté la infalible web HispaRAH para estar al tanto de las ediciones en castellano que hubiera de Farnham's Freehold... y ante mis ojos se abrió al momento la respuesta al primer enigma. Resulta que la única traducción al castellano de esta novela había sido «perpetrada» en España durante el régimen franquista. Como todos sabemos, los regímenes dictatoriales ejercen la censura. De seguro esto podía explicar los pasajes extraños e impropios de Heinlein que recordaba. Así pues, me propuse leer la novela de nuevo no sólo en esta «traducción», sino también en su original en inglés. Esta comparación me ha resultado muy reveladora.

Pero antes de abordar todo esto, empecemos con un resumen del argumento y los personajes.

La historia y sus personajes

Las historia comienza en la casa de la familia Farnham, situada en algún lugar de EEUU llamado condado de James, Mountain Springs. La familia, de raza blanca, la forman Hugh y su esposa Grace, y sus hijos Duke y Karen. Se encuentra también en la casa una invitada llamada Bárbara, amiga de la Universidad de Karen, y el empleado de hogar Joseph, de raza negra. Se aprecia que Grace sufre de alcoholismo y la relación entre Duke y su padre es algo tensa. El país está inmerso en una escalada en la guerra fría con la Unión Soviética y durante la velada escuchan por la radio que ha empezado un ataque nuclear. Hugh dispone de un refugio antinuclear en el que todos se resguardan mientras caen las bombas. Durante las horas de calor, incertidumbre y miedo, Bárbara y Hugh inician un romance. Más tarde reciben un fuerte impacto que inclina el refugio. Piensan que el fin esta cerca pero finalmente la temperatura desciende y descubren que el exterior no es el páramo radioactivo que esperaban, sino un bosque perfectamente sano. Es un misterio, pero se impone la supervivencia y deben adaptarse a la nueva situación.

Media novela relata cómo van sobreviviendo y mejorando su situación, dentro de sus limitadas posibilidades y con las dificultades que supone la negación de la realidad por parte de Grace. Llegan a descubrir que siguen en el mismo lugar de la Tierra pero donde ha desaparecido todo rastro de civilización humana. Karen está embarazada, de hecho había invitado a Bárbara a su casa como apoyo moral para contárselo a sus padres. Bárbara también está embarazada, de su relación con Hugh. Pasa el tiempo y llega el parto de Karen, pero se complica y ella fallece. El niño no sobrevive más allá del día siguiente.

Grace quiere separarse de los demás y Duke la va a acompañar, pero no llegan a hacerlo pues todos son descubiertos por unos hombres con tecnología avanzada y una lengua desconocida. Joe consigue comunicarse con su líder hablando francés, si bien para el extraño es una lengua muerta. Son capturados, trasladados y separados.

Someten a Hugh y Duke a un examen médico y están punto de ser castrados, aunque finalmente lo evitan; parece que el líder acepta su negativa. Los separan y Hugh recibe un entrenamiento «pavloviano» intensivo de 16 días para aprender el lenguaje de estos hombres. Finalmente es llevado ante el líder, el Lord Protector, que le asigna el trabajo de traducir la Enciclopedia Británica que tenían en el refugio.

Se va aclarando la situación, han saltado 2000 años hacia el futuro, un futuro en el que la Tierra es gobernada por un Lord Propietario y sus Lords Protectores locales. Todos de raza negra, al igual que los demá ciudadanos libres: mercaderes, profesionales, terratenientes, etc. Se conocen como los Escogidos. Los blancos, por contra, son esclavos, bien tratados en general pero no libres. Entre los esclavos hay clases reproductoras, pero los sirvientes deben ser hombres castrados, especialmente los que tienen asignadas mayores responsabilidades. Joe ha sido, pues, acogido por el Lord Protector Ponse como un hombre libre, pero los demás han pasado a formar parte de la casta sirviente.

Para su tarea de traducción Ponse le asigna a Hugh un alto rango en la jerarquía de sirvientes, creando un departamento para él. Esto resulta extraño para Memtok, el sirviente principal, ya que Hugh no está castrado, sin embargo se ajusta a las disposiciones de su señor. Pone al servicio de Hugh una especie de esclava sexual, que actúa como informante para Memtok. Hugh le pone el mote de Gatita y a través de ella se informa de donde está Bárbara. Gatita se convierte en el correo entre ellos.

Hugh se adapta como mejor puede al funcionamiento del lugar para averiguar lo máximo posible. Se entera de la existencia de una droga ideal llamada Felicidad, repartida entre todos los esclavos pero que los sirvientes principales usan con mucha moderación. En su siguiente audiencia con Ponse le propone hacer dinero con las ideas rescatadas del pasado que surjan de sus traducciones. Más adelante lo llaman para jugar al Bridge, que Joe ha enseñado a Ponse. Aparece la necesidad de un cuarto jugador y Hugh propone a Bárbara. Así consigue verla, junto con sus hijos gemelos, que han nacido recientemente. Tras el juego tiene lugar una conversación en la que Hugh se entera de que el mundo se ha calentado y de que existen algunas comunidades de blancos «salvajes» que viven en algunos lugares agrestes. Hugh ve en ellos la posibilidad de volver a una vida en libertad y empieza a planear su fuga con Bárbara. Por otro lado, se le ocurre que reinventar las cartas y otros juegos olvidados en este futuro puede ser una fuente de ingresos que ofrecer a Ponse.

Pasa el tiempo y se encuentra que han castrado a Duke para que pueda estar con Grace, convertida en concubina de Ponse, encantada con ello y ebria de Felicidad. Discute con Joe por ello y percibe que éste ha adquirido la mentalidad de esclavista-paternalista de Ponse, y que guarda resentimientos hacia Duke y Grace por como lo trataban en el pasado.

Descubre más tarde también que la cultura es canibalista, parte de los esclavos se crian para alimento, especialmente de los Lords. Esto acelera los planes de huida de Hugh. Consigue sacar a Bárbara y a los niños de sus aposentos, pero son sorprendidos antes de poder escapar. En la refriega Hugh mata a Memtok, sin saber quién era. Tras un tiempo de aislamiento, son llevados frente a Ponse, quien les explica que tenía pensado dejar escapar a Hugh tras haber fecundado a algunas sirvientas para mejorar la línea genética. Se revela con claridad como los Escogidos controlan por completo a los esclavos, criándolos y dirigiéndolos a su antojo. Incluso los salvajes son consentidos como un reservorio de material genético para revigorizar a los sirvientes de vez en cuando. Le ofrece a Hugh ocupar el puesto de Memtok, teniendo que aceptar la castración más adelante. Bárbara se niega y finalmente Ponse decide usarlos como cobayas de los experimentos de viajes en el tiempo que sus científicos están desarrollando. El experimento tiene éxito y llegan al pasado, exactamente al día del ataque nuclear y en su misma ciudad. Huyen a las montañas en el coche de Karen, recuperado frente a la casa de los Farnham, descubriendo por el camino que no todo es exactamente igual a lo que recuerdan, con lo que crece en ellos la esperanza de que el futuro pueda ser cambiado.

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La censura

La novela se publicó en España en 1968, sólo dos años después de que la Ley de Prensa de Fraga eliminara la censura previa con la que durante 28 años el régimen fascista había controlado férreamente toda publicación. En la práctica esta nueva ley apenas cambiaba las cosas, ya que muchos seguían presentando a consulta voluntaria lo que pretendían publicar, para evitar multas y secuestros posteriores a la publicación. Multas y secuestros que se producían pues la nueva ley seguía siendo en el fondo de limitación de la libertad de expresión.

El caso es que este contexto de represión dio lugar a que esta novela de Heinlein, ya de por sí no muy buena, fuera empeorada en esta versión española con toda clase de omisiones, adiciones y modificaciones perpetradas para que el resultado no turbase los «valores» del régimen franquista.

Los cambios son muchos, como he comprobado al comparar con el original. Lo más vergonzo es la introducción de parrafadas enteras en defensa del cristianismo, escritos en el infantil tono catequístico de la propaganda nacionalcatólica de la dictadura.

Otros cambios resultan hasta graciosos en su irrelevante estupidez. Por ejemplo, cuando el médico examina a Hugh en el texto original dice algo así «...tenía el aire de los cirujanos militares que Hugh había conocido, no desagradable pero impersonal». La traducción en cambio dice «...tenía el aire de los cirujanos bruscos y rudos que Hugh conociera en la milicia de países subdesarrollados... No es que fuera poco amable, sino que se mostraba impersonal». O sea, el traductor desvía hacia unas inventadas milicias de países subdesarrollados este comentario tan levemente crítico con lo militar por si acaso ofende el preciado militarismo de la dictadura franquista. Hoy resulta ridículo el tiento del traductor... es triste a lo que se tiene que llegar bajo un régimen totalitario.

Hay más cambios para contentar la moral católica: se reducen las menciones a ropa íntima femenina y a la desnudez, se añade un marido inexistente en el original para justificar el embarazo de Karen, se modifica media página para hacer aparecer a Hugh como creyente católico en lugar de existencialista, y por supuesto, se suaviza toda jerga vulgar.

Finalmente, la traducción esconde el canibalismo de la sociedad futura a la que han sido transportados los protagonistas. Se retocan todas las escenas necesarias para cambiar los humanos sacrificados para consumo de los Escogidos por otros simios. También esto responde a la censura, al paternalismo opresor que decide aquello a lo que los ciudadanos se pueden exponer y a lo que no.

Además de todos estos cambios, la traducción no es buena sino más bien descuidada, hay momentos en los que se suceden, uno tras otro, errores de bulto que cambian el sentido de las frases.

Las críticas

Esta novela, como otras de Heinlein, es controvertida. Como lector me pareció su intento más directo de combatir desde la literatura el racismo y la esclavitud. Pero está claro que no lo logra correctamente cuando autores afroamericanos del género consideran fallida esta novela respecto al racismo.

Del autor afroamericano Samuel R. Delany no he encontrado más que algunas líneas en las que por un lado la llama fascista, nota 1 y por otro da a entender que el uso del mito del canibalismo era intencionado por parte de Heinlein para escandalizar y forzar al pensar en el tema del racismo. N.K Jemisin, otra autora afroamericana, es más clara: considera esta novela uno de los «fallos más colosales» de la utilización de la reversión de roles, y su argumento es que la novela representa a los negros como distribuidores de droga, violadores y caníbales.

No sólo eso, sino que esta autora directamente considera a Heinlein un racista (¿!!?), por este intento fallido de inversión de roles y por el relato de sus primeros años Sixth Column. nota 2 Después de ellos se ha negado a leer más a Heinlein, lo cual explica que se haya quedado con esta muy equivocada impresión, pues cuando mejor defiende la igualdad Heinlein es cuando ésta no resulta el tema principal de su relato... o sea, en todo lo que Jemisin ha dejado de leer.

Obviando la dificultad que supone el tono ácido de esta autora a la hora de valorar sus argumentos, creo que tiene razón en algunas cosas. Sin duda el uso del mito del canibalismo y la castración de los blancos perjudican seriamente el objetivo de la novela, incluso se entiende que para algunos (como Jemisin) lo anule por completo. Otros puntos, como la disciplina con látigos y el abuso sexual, fueron características reales de la esclavitud en los EEUU, por lo que es lógico que se atribuyan a los que tienen el poder en una novela de inversión de discriminación. Respecto a la distribución de droga, el estereotipo de negro traficante de drogas emergió en décadas posteriores a la publicación de esta novela, por lo que no tiene sentido en la argumentación de Jemisin. Además en la novela es evidente que la distribución de droga es un mecanismo más de la clase opresora para controlar a los oprimidos y perpetuar su dependencia.

El uso del mito del canibalismo es un error grave, porque no era necesario para el mensaje de la novela y resulta ofensivo para muchos. Creo que Heinlein consideraba este estereotipo tan evidentemente ridículo que no pensó que los lectores fueran a darle importancia. Es probable que se trate de una de sus habituales burlas satíricas, en este caso hacia Cannibals All! de George Fitzhugh (nótese que el protagonista de Heinlein se llama Hugh, y Fitzhugh significa hijo de Hugh) que al parecer fue la más famosa defensa de la esclavitud antes de la guerra civil estadounidense. De hecho la segunda parte de la novela de Heinlein está muy centrada en presentar y combatir precisamente la argumentación paternalista proesclavitud que es nuclear en las ideas de Fitzhugh. Pero parece que Heinlein se pasó de listo, no fue consciente de que el mito del canibalismo resulta excesivamente ofensivo y contraproducente para lo que pretendía, sobre todo porque como sátira no es fácil reconocerlo.

Si bien muchos consideran que toda la novela es una sátira, incluido el biógrafo de Heinlein en base a indicios dados por el propio Heinlein, la verdad es que en la obra de este autor no siempre es fácil captar cuando está siendo satírico y cuando no, y en esta novela es especialmente difícil. Sería una explicación sencilla para algunas cosas que causan perplejidad a los que conocemos gran parte de la producción del autor, pero no siempre encaja bien. Tomemos por ejemplo los personajes femeninos, en la obra de Heinlein suelen ser mujeres fuertes, independientes y autónomas. ¿Por qué entonces en Farnham's Freehold se presentan débiles y dependientes?¿aporta algo a la historia?

En resumen, hay críticas a esta novela que tienen sentido pero otras, muy comunes, no se sostienen. En fin, recomiendo la siguiente reseña de Farnham's Freehold, más inspirada que la mía: Retro Review: Farnham’s Freehold, de Chris Nuttall.

Reflexión personal

Farnham's Freehold no es una buena novela de Heinlein. Es evidente que la intención del autor era señalar el absurdo del racismo y, sobre todo, la injusticia de la esclavitud. Pero el mecanismo elegido de inversión de roles, tratado de una manera poco sutil y reforzado innnecesariamente con el uso de algunos estereotipos, hacen muy limitado el resultado. En mi caso, lector joven e ingenuo cuando la leí por primera vez, no vi con claridad los defectos que devaluaban este mensaje antirracista, percibiendo mejor otros problemas que también hacen insatisfactoria la novela. En todo caso, llamar racista a Heinlein es faltar a la verdad, salvo que hablemos de algún pensamiento racista que pudiera tener internalizado como cualquier otra persona criada en una sociedad que no es igualitaria. Esto es inevitable pero todos tenemos la opción de combatirlo, como Heinlein intentó en su obra con mayor o menor éxito. El propio Delany, siendo crítico con Heinlein en algunas cosas, reconoce la influencia positiva que tuvo en él como joven lector la novela Starship Troopers, al mostrar una sociedad futura en la que el origen o el color de la piel no suponen un factor para juzgar a las personas.


Notas

  1. Algo insostenible pues no hay absolutamente nada relacionado con el fascismo en toda la novela, salvo quizás un pequeño párrafo que si fuerzas un poco puedes ver como darwinismo social. También está el autoritarismo de Hugh, pero eso es un defecto asignado al personaje, precisamente aquí Heinlein está mostrando los males de gestionar incorrectamente el liderazgo.
  2. Un relato cuya idea original ni siquiera era de Heinlein sino de su editor por aquel entonces, Campbell, y que el propio Heinlein reescribió unos años más tarde para tratar de eliminar el racismo subyacente.


Bibliografía

  • «Blog de N. K. Jemisin» (en inglés). Consultado el 6 de diciembre de 2020. 
  • Dery, Mark (1994). «Black to the Future: Interviews with Samuel R. Delany, Greg Tate, and Tricia Rose». Flame Wars: The Discourse of Cyberculture. Durham: Duke University Press. pp. 195-196,202. ISBN 9780822315407. 
  • DeGraw, Sharon (2007). The Subject of Race in American Science Fiction. Literary Criticism and Cultural Theory, editado por William E. Cain. Nueva York: Routledge. ISBN 9780415979016. 
  • Patterson, Jr., William H. (2014). Robert A. Heinlein: In Dialogue with His Century: Volume 2, 1948-1988: The Man Who Learned Better. Nueva York: Tom Doherty Associates, LLC. pp. 19,235,246,573. ISBN 978-0-7653-1961-6.